Prefieren creer a juzgar

Como todos prefieren creer a juzgar, nunca se juzga acerca de la vida, siempre se cree, y nos perturba y pierde el error que pasa de mano en mano. Perecemos por el ejemplo de los demás; nos salvaremos si nos separamos de la masa (Séneca, Sobre la felicidad)


sábado, 18 de enero de 2020

Ministra Celaá: "de ninguna de las maneras puede pensarse" que yo soy propiedad del Estado

El Estado soy yo, dijo el monarca absolutista. Tres siglos después yo puedo afirmar El Estado es mío... y de cada uno de mis compatriotas. Pero... al revés, ¡no! Ni yo ni ninguno de mis conciudadanos somos del Estado.

Nadie pertenece al Estado. Al contrario, cada ciudadano es "propietario" del Estado. Y el gobierno de turno no es más que el administrador que los "dueños" elegimos, a veces equivocadamente, porque todos, incluso la mayoría, nos podemos equivocar.

(Pinchar en la imagen para ver el vídeo
de las declaraciones de la Ministra Celaá)

Ayer la ministra Celaá dijo que no podemos pensar de ninguna de las maneras que los hijos pertenecen a los padres... La frase, como todas, tiene un contexto. ¡Claro! Ningún padre puede privar a su hijo, por el simple hecho de ser suyo, de ningún derecho fundamental. ¡Faltaba más! Por ejemplo, ningún padre puede dejar de escolarizar a su hijo.

No obstante, la señora ministra de Educación afirmó "de ninguna de las maneras". El aserto es absoluto. No cabe matiz ni atenuante ni excepción ni aclaración.

La señora Celaá ¿se preparó la rueda de prensa? ¿lo dijo sin pensar? ¿o peor aún lo dijo después de haberlo pensado? ¡Qué barbaridad! No podemos pensar de ninguna de las maneras que los hijos pertenecen a los padres. ¡Decir esto en Europa, en el primer tercio del S. XXI! La señora ministra, sin darse cuenta, nos retrajo al siglo pasado; nos hizo viajar a Cuba y a Corea del Norte.

Lo que subyace a la declaración de la ministra Celaá es una determinada noción de Estado, según la cual el ciudadano -siempre un desvalido intelectual, carente de pensamiento y de criterio propio- pertenece al Estado, y no al revés, el Estado, a los ciudadanos.

Subyace una mentalidad según la cual el Estado es no el garante de la libertad de pensamiento de los ciudadanos, sino el tutor que vela para que el pensamiento de la sociedad sea el que el gobierno de turno, arrogándose una función que no le corresponde, tiene a bien. Para ello el gobierno, creyéndose Estado, necesita un uso ideológico de la Educación.

miércoles, 15 de enero de 2020

El fin de la clase media

Leo en la prensa que en 2030 la automatización habrá destruido entre 400.000 y 800.000 puestos de trabajo en España. La información no dice cuántos nuevos puestos creará la automatización (la Revolución Industrial 4.0), pero imagino que no tantos como los que destruirá y que, en cualquier caso, requerirán tanta competencia tecnológica que la mayoría de los desempleados difícilmente podrán a aspirar a ellos.

Noticias como ésta, que desde hace algún tiempo los medios repiten como si fuera una inevitable maldición divina, me hacen recordar aquello que algunos expertos -pocos según creo- se atrevieron a escribir cuando estábamos en el peor momento de la crisis económica de 2008: la sociedad, pasada la crisis, nunca volverá a ser la de antes; gran parte de lo perdido no se recuperará.