"He perdido toda esperanza en cuanto al futuro de nuestro país si la juventud de hoy empuña mañana las riendas del poder, pues esta juventud es insoportable, impulsiva, simplemente horrible" (Hesiodo)
A los padres y educadores de ahora, parafraseando la célebre frase de
Jean Cocteau, nadie debería advertirles de que su responsabilidad es imposible. Primero, porque no lo es, aunque sí muy ardua. Quién sabe si más o menos que en épocas pasadas. Eso poco importa.
Segundo, porque la divisa de
James a menudo se cumple. Cree que algo es posible, compórtate como si lo fuera y así será más probable que lo llegue a ser. Esto, ante todo, no es un ardid psicológico, sino óntico. El hombre, con la firmeza de su voluntad y el resuello utópico de su anhelo, puede modificar la realidad, convirtiendo lo que de entrada era un arbitrario
datum en un intencionado
faciendum. Es entonces cuando el admirable
Kant lanza su guante al
homo felix y a sus padres y educadores.