Prefieren creer a juzgar

Como todos prefieren creer a juzgar, nunca se juzga acerca de la vida, siempre se cree, y nos perturba y pierde el error que pasa de mano en mano. Perecemos por el ejemplo de los demás; nos salvaremos si nos separamos de la masa (Séneca, Sobre la felicidad)


domingo, 5 de abril de 2020

La "No-Semana-Santa" del año del Covid 19

"Pero hay ciudades y países donde las gentes tienen, de cuando en cuando, la sospecha de que existe otra cosa. En general, esto no hace cambiar sus vidas, pero al menos han tenido la sospecha y eso es su ganancia"
(A. Camus, La peste)

Hoy, domingo de ramos, las calles de Sevilla han amanecido vacías. Es el vacío de una sociedad aturdida que se sabe inevitablemente llevada a una descomunal crisis de alcance casi total. El Mundo, salvo China, lleva detenido poco menos de un mes. Cientos de miles de infectados; decenas de miles de fallecidos. Hospitales colapsados. Morgues improvisadas. Difuntos sin velatorios. Fábricas que reconvierten su producción, como se hace en estado de guerra. No en vano, es lo más parecido a una guerra que esta sociedad ha vivido. Incluso el lenguaje de los políticos es bélico cuando habla del virus.

Guía cofrade: Mudá (73)

Lo peor de esta No-Semana-Santa es el hurto que se le ha perpetrado a la gente de esta oportunidad, secularmente dada en Sevilla cada domingo de ramos, de sospechar que existe otra cosa. Porque no es lo mismo vivir temporalmente confinados en casa a cuenta de un virus, que habitualmente confinados en una "vida" en la que es imposible sospecha alguna de que otra cosa distinta de la que hay pueda existir.

Y es ahí, en el ejercicio de este rebelde alarde de sospecha y de creatividad, que nos singulariza como humanos, en donde la Semana Santa encuentra su mejor encaje con la Vida. La clave de la Semana Santa -una al menos- es su admirable capacidad de operar simbólicas metamorfosis en la Vida, trastocándola en algo sustancialmente bello. Es su efectiva transfiguración de lo sórdido en belleza honda, en belleza insondable, en belleza que lo es tanto de razón cuanto de pasión.

Al decir de Camus, Sevilla sería una de esas ciudades donde la gente tiene, de vez en cuando, la sospecha de que otra cosa existe. Una vez al año, por Semana Santa, su gente tiene la fehaciente sospecha de que existe una bella pasión, capaz de rescatarla de sus naufragios biográficos, al modo de una homérica nereida; capaz de incendiarle la voluntad de su Ítaca natal con más vigor que el que cualquier "azufaifo" pueda gastar en conseguir la anorexia de su determinación.



Apremiados por la sórdida tragedia de hoy, esta No-Semana-Santa nos urge a buscar el recuerdo de Imágenes en cuyos rostros vemos operarse cómo la sordidez de un dolor indecible se transmuta en una belleza insondable. Al final, son las Imágenes, todo lo demás es accesorio, las que, desde el recuerdo que lo idealiza todo, ayudarán a la gente de esta Ciudad a sospechar que existe otra cosa, a laborar la simbólica transignificación de lo sórdido en bello.

El arte en Sevilla y Córdoba: Nuestra Señora de la Encarnación.

P. D.- El problema de la Semana Santa de este año no es que no suceda lo esperable, lo esperado; sino lo inesperable e inesperado que está sucediendo. En la historia nada, por pertinazmente que se haya venido repitiendo, es indefectible. Nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario