"Oye,¿te has enterado...?" ¿No te han dicho lo que le ha pasado a...?"
¿Cómo es posible que en la sociedad digital de la información lleguemos a ciertas situaciones tan extremas, tan inconsecuentes?
La postverdad es esa mentira con apariencia de verdad que viralmente se expande por las redes sociales en un abrir y cerrar de ojos.
El boca a boca ha existido siempre: en los zaguanes de las escaleras y en las porterías de las casas, en las barras de los bares y en las esperas de las peluquerías...
Pero antes el alcance del alcahueteo era el vecindario, la familia, los círculos de amigos y de conocidos próximos... Claro, el Mundo todavía no era Internet.
Ahora, en cambio, desde que el banco de la plaza pública y la cola de la farmacia se han sustituido por las redes sociales, desde que la gente ya no se asoma a la ventana ni al balcón para ver la calle sino a la "pantalla"... el alcance de la murmuración es el Planeta entero: el chismorreo llega hasta el infinito y más allá.
Hay que ser muy inteligente, muy lúcido y muy seguro de uno mismo, para vivir desconfiando de lo que hoy se dice, de lo que hoy se habla, de lo que hoy se ve y se lee en las pantallas... cuando son tantos -tantos y tantos- los que lo dicen, lo repiten y lo creen.
Esto de la postverdad es el chismorreo y el alcahueteo cibernéticamente elevado a categoría epistémica.
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