Prefieren creer a juzgar

Como todos prefieren creer a juzgar, nunca se juzga acerca de la vida, siempre se cree, y nos perturba y pierde el error que pasa de mano en mano. Perecemos por el ejemplo de los demás; nos salvaremos si nos separamos de la masa (Séneca, Sobre la felicidad)


miércoles, 6 de mayo de 2020

El Viejo Zeus

Hoy me eché a andar cuando el crepúsculo de la mañana frisaba el horizonte con tímidas claridades, seguro de que a esas tempranas horas el Viejo Zeus llevaría ya rato despierto y aguardando a que el amanecer se filtrara por la ventana de su habitación, igual que hacía de niño en el cuarto en el que dormía con el tío Carpio.


El 11 de septiembre de 2001 el Mundo precipitadamente entró en un periodo de crisis de onda larga; de breakthroug: de ruptura y de progreso: de progreso mediante la ruptura. En estos días tan turbios, tan de ruptura, el potencial evolutivo del hombre se muestra descomunal. Lo cual es causa de fascinación y de temor. 

Discuten si evolución siempre es progreso. Seguramente, las palabras "progreso" y "esperanza" representan más esa tendencia (necesidad) que el hombre tiene de darse un empujón a sí mismo en la espalda para impulsarse hacia adelante, que una constante (ley) de la historia.

El día que el Viejo Zeus se quede sin rayos que lanzar y su silueta se esfume sobre la cima del Olimpo, se me desvanecerá gran parte de la mejor parte de cuanto de sólido me queda de aquel mundo en el que nací, crecí y viví hasta que la Historia me deportara a un Futuro que recién se ha hecho incómodo presente, para mí, en particular, y para la sociedad, en general.

Sí, aquel mundo -ése que parecía definitivo, irreversible, irreductible, cierto, convincente- primero poco a poco se hizo "líquido", efecto de la postmodernidad y por último, bruscamente evanescente, efecto de la pandemia.

Aunque también fue deportado de su mundo natal, el Viejo Zeus, pese a bordear casi la centena, no se ha convertido en un muerto en vida. Nunca se ha cansado de correr tras la liebre que la Historia suelta a los que cumplen años para que no envejezcan nunca. Su biografía no es ha sido mera una evolución sino un progreso con propósito, que es en lo que precisamente el hombre de hoy -héroe de sí mismo- ha de convertir su propia evolución.

El Viejo Zeus domeñó su previsible destino. El Viejo Zeus ni mucho menos nació divino. Pero ha sabido ganarse un destacado altar en el Olimpo. Ahora, más que nunca, lo miro y lo admiro. La clave, no dejar de correr tras la liebre de la Historia. El Viejo Zeus tiene mucho de Argos.

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