Prefieren creer a juzgar

Como todos prefieren creer a juzgar, nunca se juzga acerca de la vida, siempre se cree, y nos perturba y pierde el error que pasa de mano en mano. Perecemos por el ejemplo de los demás; nos salvaremos si nos separamos de la masa (Séneca, Sobre la felicidad)


domingo, 24 de octubre de 2021

No toda la existencia es vida

"Juzgar que la vida vale o no la pena de ser vivida equivale a responder a la cuestión fundamental de la filosofía"

(A. Camus, El mito de Sísifo)

Las enfermeras le habían advertido del empeoramiento. Y el resultado de la analítica diaria, también. Por eso, cuando la doctora esa mañana entró en la habitación, su voz, siempre cariñosa, no encontró, como otros días, eco en la expresión, caída y ausente, de su mirada.

No obstante, el paciente le hizo un gesto casi inadvertido, pidiéndole la mano. La doctora se la ofreció, él la tomó y con la ayuda de la propia médico se la llevó a su cara. Luego la doctora contó a los familiares que vio una lágrima deslizarse sobre el doble guante que protegía su mano .

Así estuvieron, paciente y médico, un rato, quizás una media hora, hasta que la respiración jadeante del centenario anciano se sosegó y éste volvió a sumirse en el sopor de un sueño que era el único refugio de quien hubo querido, así lo pidió en sus lapsus de lucidez, que le soltaran, por favor, todas las amarras que lo retenían a una vida a la que de vida le quedaba poco; el único refugio de quien quiso que le dejaran irse ya, irse en paz.

Más de dos semanas luchando contra la muerte, no el paciente, que se había entregado a ella, sino los médicos, para al final, eso sí, morir el paciente. La épica fue de los médicos; el paciente lo único que hizo, no le quedaba otra, fue permitir, que convirtieran su cuerpo en trinchera en la que medicina y enfermedad celebraran su última justa.

Su cuerpo centenario había sido trinchera de otras muchas justas, por eso su vida era tan admirable; pero esta última, seguramente, hubiera podido ser, debiera haber podido ser, evitable. Cuando ya se ha vivido, el problema no es vivir, sino para qué vivir; y no es morir, sino cómo vivir. Quien vivió sin permitir que nadie le viviera su vida, tenía derecho a escribir su último verso, que diría Cicerón. Releo a Séneca: No toda la existencia es vida, sino tiempo.

Mañana quieren hacer una despedida... Pero hay despedidas que son imposibles... 

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